miércoles, 30 de marzo de 2016

Sapos verdaderos en jardines imaginarios

No recuerdo a dónde iba. Era un lugar abierto con pasto y árboles alrededor. Recientemente había llovido, tal vez por eso los árboles y el césped tenían un verde más intenso. Las baldosas por las que caminaba tenían algo de irreal, ciertas líneas que se inclinaban con mis pasos, colores que se avivaban u oscurecían, lunares que aparecían y desaparecían. Y entonces los vi: sapos camuflados con lunares y rayas de los mismos colores que las baldosas. Empecé a caminar más despacio para no pisarlos. Pero era difícil, estaban muy bien mimetizados con ese extraño paisaje y hasta no sentir el suelo firme en cada paso no podía estar seguro de no haber aplastado alguno. Como decía al principio, no recuerdo a dónde iba, pero creo que no podía llegar a destino, solamente me queda en la memoria esa extraña transición, ese camino plagado de sapos multicolores rumbo a un lugar al que no iba a llegar.
Y al despertar, ducharme, volver a la cama y retomar la lectura de Música para camaleones me encontré con ese diálogo de gemelos siameses que nunca antes había leído: 
P: ¿De qué tiene miedo?
R: De sapos verdaderos en jardines imaginarios.